Oportunidad de sentirme identificado
Leo Ramírez
El año 2018 nos dejó grandes eventos en los cuales asistentes, críticos, prensa, fotógrafos y los propios artistas terminan más que maravillados y satisfechos. Un año de sorpresas, sin duda, cada mes se atiborraban los recintos de Guadalajara con propuestas para todo gusto.
Yo, su humilde reportero, estuve en algunos cuantos que puedo decir de manera grata que me han maravillado sin igual. Espero que más de uno de los lectores pueda saber a lo que me refiero con las siguientes palabras por escribir. Pues, aunque a veces cubría eventos en solitario, me sentía en sintonía con los demás asistentes en el lugar.
El primer concierto que a la mente me llega es Cigarettes After Sex. La banda estadounidense brindó un evento magnífico: cálido y suave, aterciopelados pero intensos en momentos cumbre. Su tenue iluminación resaltaba la sensualidad de su sonido.
El segundo concierto que me dejó marcado fue el de Igorrr. Gautier Serre y compañía fueron algo sinigual. La potencia, la intensidad, la maestría: músicos en toda la extensión de la palabra que se aventuran a hacer música que aman a pesar de la posibilidad de desagradar, pero es imposible no fascinarse con lo que logran en escenario. Esa combinación de tantos géneros (música barroca, electrónica, break core, death metal, etc.) me dejó temblando al final del concierto.
Algo que me dejó un gran sabor de boca fue poder ver a una banda que he seguido desde la pre-adolescencia, cuando me maquillaba y me pintaba las uñas. The 69 Eyes han sido una banda que ya es reconocida en la escena gótica y realmente me sorprendió lo bien que siguen sonando después de tantos años.
También tuve en mayo un par de grandes conciertos que puedo denominar como de lo mejor del año. Jarabe de Palo me dejó de lo más contento, yendo de hecho con la editora de la revista y terminando (yo nada más) bien embriagado por algo más que el sonido esplendoroso de los españoles. En segundo término, IAMX volvió a suelo mexicano y regresaron a Guanatos para poder mostrarnos que son una banda maravillosa. Chris Corner y compañía volvieron a hacer latir mi corazón con intensidad como lo han hecho desde hace muchos años, la impresionante voz de Corner sencillamente me ha hecho vibrar sin parar.
Y bueno, la quijada me llega casi al suelo cuando tuve la oportunidad de ver en vivo a La Mala Rodríguez, mujer que rompe la escena del rap español. Hermosa y con una energía que parece no acabarse, invadió nuestras atenciones en el C3, así como un disparo de un arma imponente. Cuando se movía en el escenario simplemente hacía que todo a su alrededor también se doblara ante su presencia.
Para terminar, debo decir que cumplí un deseo de hace mucho tiempo, de la niñez. Ver a Depeche Mode en vivo, no fui a trabajar, sólo fui a disfrutar de una de mis bandas favoritas de toda la vida y debo decir que los años sólo se notan en la maestría de su música, pues la energía que desbordan es impresionante. Su sonido suena fresco y hermoso. Su presencia escénica simplemente se impone como si fueran un montón de gigantes que saben hacer una magia adorable que nos ordena corear sus canciones, bailar sus ritmos y entregarnos completamente a su música.
Es así como puedo resumir de lo más maravilloso que he presenciado en cuanto a música se refiere. Ha sido un año espléndido y no estoy demeritando los demás eventos que cubrí o a los que asistí por el mero placer, pero son las vivencias en estos conciertos los que me marcan para recordarlos con tanto cariño. La música ha sido fuente de gozo en la vida, el poco que a veces encuentro en momentos oscuros, el más puro en lapsos de rabia, tristeza o desesperación. Espero que también les logre curar aunque sea un poco de las fracturas y rasgaduras que pueden tener dentro y fuera de ustedes.