Gabriela Duran
El 2018 casi termina y es el momento justo para hablar de lo que a mi ver, fue el mejor concierto del año, o al menos el que más disfruté yo. Se trata de Noel Gallagher’s high flying birds, ni en mis sueños más locos creí tener la oportunidad de asistir a un concierto en un castillo medieval y así fue.
El verano llegó junto con el boleto de su presentación que sin exagerar fue muy precisa, el clima, la puntualidad, el setlist y sobretodo el público. Un dato curioso es que al ser Noel un cincuentón, su público en México es predominantemente gente de entre 20 y 40 años, al menos en la presentación que tuvieron en Edimburgo; la gente era de su edad, cantando, coreando y llorando con cada una de sus canciones mientras el sol se ocultaba, ¡qué gran espectáculo!.
Durante dos horas tocó rolas tanto de Oasis como de sus proyectos alternos, sin duda uno de los detalles más memorables fue lo bien que lo conoce su público, pues durante la presentación bromeó sobre anécdotas que le sucedieron a él en esa ciudad cuando era un joven que recién comenzaba a incursionar en el mundo de la música, qué padre haber sido parte de un evento así, «larga vida a eso que nos mueve y deja en la banca rota, a lo que nos hace atravesar ciudades, países y continentes, larga vida a la música que como bien dicen, sin música la vida sería un error».
