emocional no sólo en mi sino en todas las personas ubicadas en una fila destinada al recinto del C3
Roof Top. Desde el inicio se notaba al público fiel esperando un poco más de media hora a los
teloneros, fulminando los minutos en medio de charlas, compra de tragos y el humo de cigarros
que se dispersaba por el aire de la terraza.
Los encargados de comenzar la música fueron El Lázaro. Una banda fresca de la cual pude notar
sintetizadores contrastantes en cuanto a la intensidad y limpieza de pasaje en pasaje, pintados con
guitarras melódicas y de vez en cuando con murmullos que armonizaban bastante bien los timbres
huecos y agudos a los que se sometían las teclas y los altos matices de la batería. Un sonido bien
formado y bailable, el cual no tardó en alimentar la energía de los espectadores; en verdad el trío
de músicos denotaban felicidad y complicidad al estar encima del escenario, un show excelente
para comenzar.
Continuando con el evento se vio bajar a los iniciantes y por supuesto se esperaba el acto de la
noche. Las voces susurraban y sin pensarlo las personas a voz tendida apuntaban hacía un costado
de la tarima con bastante emoción y era obvia la intención ya que se veía al joven músico
estadounidense preparándose para subir a presentar su show.
El joven neoyorkino comenzó la noche con un sonido en su guitarra un tanto sucio en base a la
estética que lo caracteriza con el tema Big Bad Wolf; por el lado del público ese tinte un poco más
oscuro fue bien recibido y la potencia de las cuerdas fue aclamada.
Avanzada un poco más la noche, se hizo presente la canción que a mi parecer fue las más coreada;
hablo de Slip, con ese vocoder de melodía lenta pero pegajosa y aquella batería que se mantiene
equidistante e hipnótica en toda la canción. Al hacer un ademán con una de las manos, todos
parecieron conectados y por inercia repetían el coro como si una telepatía hiciera efecto.
Por consecuente Closedloop fue una de las canciones confort y con la cual nos movíamos de
derecha a izquierda y viceversa al ritmo de la batería y la línea melódica, para después comenzar
con Best Light y su ritmo que te hacia moverte por más que intentaras no hacerlo.
El teclado y las notas agudas de I Can’t Swim se encargaron de darle una forma más sólida al show
y dieron paso a lo que parecía la despedida del talento demostrado… pero por lógica el encore no
sacaría vuelta a la petición del público de otra canción, así que un par de temas se hicieron
presentes siendo el destacado y el clímax Even Grat Things con un inicio de armónicos
espectacular y un Elliot Moss agradecido de principio a final mostrando confianza con su gente,
arrojando su púa a media canción y terminando con un solo de guitarra y un radiante Thank You
So Much.
Un evento que quedará en la memoria de bastantes ya que sin duda Moss es y será uno de los
músicos que más plática generen en un futuro.
Por Lewis Javier