La gente hablaba, los temas eran las presentaciones de Carlos en la Ciudad de México y las posibles canciones que fuera a interpretar esa noche. Poco antes de la aparición de los españoles a escenario escuchaba que en multitud gritaban “Hoy es el día“. En verdad había una entrega significativa por parte de sus admiradores.
Y es que es obvio que el barcelonés cause eso en sus admiradores pues también se entrega a ellos en una interacción bastante íntima en que les da lo que quieren. Parece que habla con un colega del barrio, con un compañero de clase, con un amigo que tiempo atrás no veía. Y tiene el encanto suficiente para mantener la atención de sus espectadores inalterada y viva. Hablaba con emoción hacia su gente. También expresaba la emoción que le causaba estar ahí, la impresión que Guadalajara le causaba y por momentos parecía incluso confundido del furor que causaba. De como ante el inicio o final de sus oraciones la gente gritaba enloquecida. Pero parecía fascinado.
Cuando salió Carlos Sadness simplemente los tímpanos reventaban por las gargantas que también estaban reventando por la intención de expresar con mayor intensidad la emoción que la persona de a lado. Fue increíble como despertaron durante todo el tiempo del concierto la animosidad flamante de los asistentes. En ningún momento se perdió el brío de ningún lado del recinto, ni Carlos y sus acompañantes, ni las personas emocionadas que cantaban y bailaban sus canciones.
La noche iba genial, parecía todo lo que sus admiradores habían esperado. Pero de repente Carlos dijo que iba a mandar sus coordenadas a un amigo suyo a ver si llegaba. Durante la canción “Días impares“, Caloncho subió al escenario sorprendiendo a muchos de los que estaban presentes (por lo que escuché después, otros tantos se esperaban que apareciera el mexicano en el escenario) aunque su participación fue breve y no muy armoniosa, Caloncho fue un extra sorpresivo a la experiencia de los asistentes que lo recibieron entusiastas.