Epicentro
De azul a
cumbia sobre el río.
cumbia sobre el río.
Con un leve atraso en lo programado,salieron esos chicos de Little Jesus a darle a la gente un cálido recibimiento
por ir a ponerles atención al ocupado escenario cuyo itinerario estaba repleto
de prestaciones entre cada banda que estaba por tocar. La gente estaba
dispersa, dejándose mucho espacio entre cada uno de los individuos presentes.
Después de su gran trabajo, la primera banda se retiraba con una aparente
promesa en el aire de que esto iría mejorando conforme el tiempo pasaba.
Pudimos ver a un dueto regio, CLUBZ, creo
que la mayoría ahí nos llevamos una agradable sorpresa al escucharles. Su
presentación fue bastante buena, dándose a conocer, por lo menos de forma
personal lo digo y dejando huella. Y cuando nos relajamos con ellos, después
venía un poco más de movimiento y baile. Los Rebel Cats llegaban para
apoderarse del momento. Desde la Ciudad de México, Vince y sus compañeros daban
de esos espectáculos que daban ganas saltar y merodear con una palpitante
energía por el escenario. Con gran empatía.
que la mayoría ahí nos llevamos una agradable sorpresa al escucharles. Su
presentación fue bastante buena, dándose a conocer, por lo menos de forma
personal lo digo y dejando huella. Y cuando nos relajamos con ellos, después
venía un poco más de movimiento y baile. Los Rebel Cats llegaban para
apoderarse del momento. Desde la Ciudad de México, Vince y sus compañeros daban
de esos espectáculos que daban ganas saltar y merodear con una palpitante
energía por el escenario. Con gran empatía.
Después, otra sorpresa musical (reitero,
tal vez de forma muy personal lo fue para este reportero) un chileno
carismático y con una banda habilidosa (y un par de atractivas bailarines) se
tomaba la libertad de hacerse sonar con gran impresión, duro esa noche.
Revoloteando a todos aquellos que se habían contagiado son su extraño pop
folklórico.
tal vez de forma muy personal lo fue para este reportero) un chileno
carismático y con una banda habilidosa (y un par de atractivas bailarines) se
tomaba la libertad de hacerse sonar con gran impresión, duro esa noche.
Revoloteando a todos aquellos que se habían contagiado son su extraño pop
folklórico.
Pero todos esperábamos ansiosos el cierreque prometía harto baile que haría doler los pies. El señor del acordeón, Celso
Piña, no se queda atrás cuando ganarse el público, el momento, la noche y el
cariño se trata. Bien acompañado de sus músicos, de principio a fin tuvo a la
gente moviendo sus traseros. De un lado al otro. Mientras hablaban de vez en
cuando de lo que era estar en México de nuevo haciendo lo que mejor saben. Así
fue. Nos pusieron a bailar. Nos contagiaron de una fiebre que siento
colombiana, se conjugaba perfecto con nosotros.
